Orgullo que se comparte

Cuando escuché por primera vez lo que la Fundación NG estaba construyendo, sentí que era el lugar que había estado esperando para mi hija. Aquí no solo se abre la posibilidad de que practique el deporte de sus sueños: también se proyecta un camino real hacia becas deportivas, educación universitaria y un futuro profesional.

Como madre, lo que más me tranquiliza es que no se trata solo de voleibol. Se trata de un espacio donde mi hija crecerá como persona, donde tendrá un equipo de entrenadores y compañeras que le enseñarán a ser disciplinada, solidaria y soñadora.

Aquí sé que mi hija puede llegar a ser no solo una gran jugadora, sino también una mujer capaz de liderar y abrir caminos para las que vienen después de ella.

Eso me da paz, esperanza y la certeza de que estoy en el lugar correcto.

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