Un sueño que empezo aquí
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Desde pequeña soñé con jugar voleibol en un nivel que nunca estuvo al alcance de mis manos. Me pasaba tardes enteras mirando la red, golpeando la pelota contra la pared y soñando con un lugar donde pudiera entrenar de verdad, con un equipo que creyera en mí. Pasaban los años, veía cómo otras tenían oportunidades y yo seguía esperando… esperando algo que parecía no llegar nunca.
Muchas veces pensé que tal vez mi sueño no era para mí, que quizás debía dejarlo en el cajón de los imposibles. Hasta que escuché hablar de la Fundación NG. Ese día algo cambió dentro de mí: sentí que, por primera vez, había un espacio creado para niñas como yo. Un lugar donde los sueños no se quedan en silencio, sino que se transforman en esperanza real. Hoy ya no me pregunto si algún día llegará mi oportunidad.
Hoy sé que me está esperando, con la camiseta NG, con un equipo que me abrirá las puertas del alto rendimiento. Tengo fe, tengo ilusión y, sobre todo, tengo la certeza de que ya no estoy sola.
NG me enseñó que mi sueño tiene un lugar donde hacerse realidad.